En el transcurso de la
semana pasada la ciudad vivió uno de los momentos más conflictivos
y diversos que haya vivido en los últimos años, en especial si
observamos los sectores sociales que a razón de su inconformidad por
las políticas definidas por las administraciones locales, salieron a
visibilizar su descontento.
La pregunta que muchos se
hacen hoy, ¿qué sucede en el área metropolitana de Bucaramanga,
que lleva a ciudadanos a salir a las calles? Es acaso es un llamado
de atención para los gobernantes o terquedad de los inconformes.
El agua, el empleo
informal, el espacio público, la inestabilidad en la rectoría de la
UIS, la movilidad y el transporte público, la corrupción, han sido
los temas centrales. Mucho se especula sobre las intenciones o
incluso intereses de los sucesos de la semana pasada, sea cual sea la
opinión, para un buen observador queda claro, que en la ciudad
existe una opinión que cuestiona las decisiones tomada frente a los
temas descritos, no obstante, las decisiones avanzan al tiempo que la
indignación crece. Pero, puede considerarse esta opinión
ciudadana estar en contra de las propuestas de desarrollo. Siendo
francos, cualquier primera impresión seria así, pero si miramos
detenidamente las peticiones de la ciudadanía, lo que a gritos se
exige, es que los gobernantes definan el rumbo de lo público
atendiendo a las realidades y necesidades de la sociedad, en especial
mirando al futuro.
No es posible que los
gremios soliciten y propongan mejorar las políticas estatales, que
la sociedad salga a movilizarse, mientras tanto las administraciones
hacen caso omiso a este llamado de atención. De seguir así, el
futuro de la ciudad será un gran interrogante.
Hoy, a la luz de los
acontecimientos, debemos preguntarnos por el papel de la ciudadanía
en estos asuntos. Lo claro es que hay mucho por hacer, en especial
en procura de construir una ciudadanía más activa, protagónica e
informada de lo que se hace, pasa y se define hacia la ciudad.
Recapitulando la semana,
nos queda la tarea de asumir nuevos retos, considerar la inmensa
necesidad de nuevas formas de gobernar la ciudad, de concitar un
nuevo consenso por la ciudad que queremos al futuro, con la
participación de t@dos los que la vivimos, la transitamos, la
amamos, la sufrimos, la sentimos nuestra.
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