LA PAZ EN
COLOMBIA, UN COMPROMISO SIN EXCEPCIONES
Con un viento en popa y
una tensa marea podría calificarse los inicios de los diálogos,
luego de casi 50 años de conflicto y cerca de 25 años en procesos
de paz, nuevamente se está a la espera de lo que pueda resultar de
los diálogos, esta vez, entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia y el Gobierno Nacional.
Fuere cual fuere, la
posición desde donde se analice u observe, el proceso ha generado un
ambiente de debate, propuesta y contra propuesta que orienta no solo
el deseo de llevar a feliz término el proceso, sino que evidencia la
necesidad que tienen los colombianos de que transcienda a la vida del
país.
No resulta, ni extraño y
menos alarmante las posiciones de las partes una vez instaurado el
proceso, si conocemos las orientaciones filosóficas de los
negociadores. Lo que si debemos tener claro es que este proceso
inicia en un ambiente caldeado por una crisis social aguda y
creciente, un escenario en donde los política entra cada vez más a
ser cuestionada, al igual, que evidentes sus actos de corrupción. Un
escenario en donde la vida de las personas choca con las políticas
estatales.
Los retos que devienen
para estos diálogos podrían ser muchos, pero lo esencial en este y
cualquier proceso real de paz, lo tiene la verdad, tan cierta como
esquiva. No solo las partes deben entender su responsabilidad y
hechos en la desastrosa guerra que vive Colombia, sino que además,
la sociedad debe estar tan preparada para escucharla y comprenderla,
al igual que para exigirla. El compromiso de lograr que sea efectivo
este proceso de diálogo es de todas las partes, de los actores
armados, del gobierno nacional, de los grupos económicos, de los
empresarios, de las organizaciones sociales, de los políticos, de
los medios de comunicación; el compromiso para lograr la paz es de
todos sin excepciones. Aun, más grande es este principio que los
retos que se deben sortearse para llegar a este estado ideal.
Para algunos periodistas,
la paz no puede tener como prerrequisito la solución de los
problemas sociales. Lo que se debe clarificar, es que la negociación
unilateral es una línea entre las muchas que acumulan hacia la paz,
pero no la única. Para las organizaciones sociales, la paz parte de
solucionar los problemas que agravan la guerra, que acreciente un
conflicto que enmarca la vida social y política del país. Por ello,
cuando la sociedad escucha hablar de paz, considera que serán
tratados no solo el conflicto armado, sino que además, serán
tratados los temas que para ellos representan la guerra.
Sera posible que el
silencio de las armas logre la paz en el país, mas cuando el
gobierno que ha expresado que las políticas de estado y sus
actuaciones no son temas a tratar en la mesa. La evidente necesidad
de resolver las contradicciones que tiene el actual modelo económico
colombiano el cual tiene en jaque el sistema de salud, a la política
con la deslegitimación del congreso luego de los escándalos de
corrupción, de los negocios de bajo de la mesa para aprobación de
las leyes o la falta de compromiso de los congresistas para conocer
lo que se aprueba; desconcierta a la sociedad. Si esa realidad que se
vive no está en disposición de ser solucionada, si el país no
puede tener la esperanza de que se culmine un conflicto con todas sus
angulos, la dejación de las armas solo será un remedio momentáneo
de una fracción de lo que es la guerra colombiana. Y la política de
paz que el país necesita deberá ser llamado de otra forma.
Culminada la
confrontación armada, la pregunta se que hacen muchos es si cesara
la violencia en las ciudades, si ello reducirá la crisis social y
las criticas que originaron estos grupos insurgentes. O si por el
contrario, la matriz de opinión que cataloga en un mismo nivel a los
grupos insurgentes y a la protesta social, continuaran asediando y
señalando un legítimo derecho de la diferencia, de la crítica y
movilización. Los estereotipos negativos se han vuelto carnadas que
avivan la guerra colombiana, lo cual, pone en el debate público y en
la mesa de diálogo, la necesidad de desminar los corazones y las
mentes de los colombianos.
Una paz definitiva debe
combatir aquellos aspectos que pueden afectar, impedir e incluso
negarla, no se puede ignorar esta tarea so pena de llegar a
obstaculizar la paz. Pero si debemos tener claro el largo camino que
esto será, el esfuerzo que requerida de parte de toda la sociedad y
la apertura que requiere el proceso para llegar al término de una
paz definitiva, esto es un compromiso sin excepciones.
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